Invertirá más del 75% de la exposición total en renta variable de cualquier sector/capitalización, de emisores/mercados españoles, pudiendo invertir el resto de la exposición a renta variable en valores de emisores/mercados OCDE o emergentes.
Exposición máxima a riesgo divisa: 25% de la exposición total.
La parte no invertida en Renta variable se invertirá en Renta Fija pública/privada, de emisores/mercados OCDE o emergentes, incluyendo depósitos, instrumentos del mercado monetario cotizados o no, líquidos, bonos convertibles y contingentes convertibles (se emiten normalmente a perpetuidad con opciones de recompra para el emisor y en caso de producirse la contingencia, pueden convertirse en acciones o aplicar una quita al principal del bono, afectando esto último negativamente al valor liquidativo del FI). No se exige rating mínimo a los emisores/emisiones de renta fija, pudiendo estar toda la cartera de renta fija en baja calidad crediticia, o incluso sin rating. La duración media de la cartera de renta fija no está predeterminada.
La inversión en renta fija de baja calidad o en renta variable de baja capitalización puede influir negativamente en la liquidez del FI.
Podrá invertir hasta 10% del patrimonio en IIC financieras (activo apto), armonizadas o no, del grupo o no de la Gestora.
De forma directa, solo se usan derivados cotizados en mercados organizados de derivados, aunque indirectamente se podrán usar derivados cotizados o no en mercados organizados de derivados.
Se podrá invertir más del 35% del patrimonio en valores emitidos o avalados por un Estado de la UE, una Comunidad Autónoma, una Entidad Local, los Organismos Internacionales de los que España sea miembro y Estados con solvencia no inferior a la de España.
La IIC diversifica las inversiones en los activos mencionados anteriormente en, al menos, seis emisiones diferentes. La inversión en valores de una misma emisión no supera el 30% del activo de la IIC.
Se podrá operar con derivados negociados en mercados organizados de derivados con la finalidad de cobertura y de inversión y no negociados en mercados organizados de derivados con la finalidad de cobertura y de inversión. Esta operativa comporta riesgos por la posibilidad de que la cobertura no sea perfecta, por el apalancamiento que conllevan y por la inexistencia de una cámara de compensación. El grado máximo de exposición al riesgo de mercado a través de instrumentos financieros derivados es el importe del patrimonio neto.
Se podrá invertir hasta un máximo conjunto del 10% del patrimonio en activos que podrían introducir un mayor riesgo que el resto de las inversiones como consecuencia de sus características, entre otras, de liquidez, tipo de emisor o grado de protección al inversor.